Él sabe, siempre lo supo.
ÉL jugó, él sólo gozo.
Las mentiras carcomieron su alma , los años no le fueron en vano.
Sus días marcados estuvieron por su soledad, por su frío engaño.
Hombre de vida, de placeres, de razocinio inconstante.
Hombre al fin y al cabo: hombre, vil ser humano.
Materializó su existencia recitando poesía y sentenció su tristeza vociferando alegría.
Cruel, falso y poco encantador. Él es y él lo sabe.
Y no lo extrañaré en mi silencio,
ni en mi jardín otoñal,
dónde yo lo encontré y a la larga alejé.
Él sabe, siempre lo supo pero ahora soy yo la que SABE LO QUE SIEMPRE SUPUSO.
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